
Aquí puedes expresar tu opinión sobre cualquier asunto relacionado con el miedo, ya sea a nivel personal, psicológico, familiar, social, político, económico, espiritual, empresarial... Cualquier opinión será bien recibida y nos ayudará a reflexionar sobre las consecuencias de vivir con miedo.
11 comentarios:
Hola,
He comprado y leído los dos libros escritos por Julián, "Sin miedo al miedo" y "Sin miedo a la verdad", con el valor añadido de contener la dedicatoria del autor.
Quisiera expresar tres opiniones, nada más que la verdad desde mi verdad como persona, psicólogo y lector:
1. Enhorabuena al autor por atreverse a escribir ambos libros, sus páginas están impregnadas de humanismo, de una persona que conoce una parcela de la condición humana: el miedo.
2. "Sin miedo al miedo", desde mi verdad, es un buen libro, ha conectado conmigo y viceversa, pero me ha resultado un poco redundante (a veces cansino), donde la palabra miedo se repite con bastante frecuencia de forma innecesaria.
Es un libro que recomendaría leer y comprar entre dos o compartirlo.
3. "Sin miedo a la verdad", desde mi verdad, es un gran libro, aprecio la evolución del escritor y del psicólogo, tanto en la exposición como en la temática.
El capítulo III es uno de los capítulos más lúcidos que he leído en mi vida.
Es un libro que recomendaría leer, comprar para uno, y comprar para regalar.
Hasta pronto.
Hola Rafa!
Aprecio y alabo tu sinceridad. Esto es lo que pretendo con este foro, que las personas se atrevan a expresar sin miedo sus opiniones, hablando desde su verdad. Tus comentarios son muy bien recibidos y valorados. Espero poder seguir contando con ellos de ahora en adelante. Enhorabuena, valiente. Tendré en cuenta tu valoración de mis dos libros para seguir mejorando como escritor.
Capítulo XIV: La verdad nos hace libres.
Pág. 152: La verdad y la bondad deben ir siempre juntas.
Un ejemplo:
El triple filtro de Sócrates:
VERDAD - BONDAD - UTILIDAD
En la Antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduria y el gran respeto que profesaba a todos.
Un dia, un conocido se encontró con el filósofo y le dijo: ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
-Espera un minuto- replicó Sócrates-.Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir.
-Lo llamo el examen del triple filtro.
-El primero es la VERDAD. ¿Estás absolutamente seguro de lo que vas a decirme es cierto?
-No, dijo el hombre, realmente solo escuché sobre eso y …
-Bien, respondió Sócrates -Entonces no sabes si es cierto o no.
-Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el de la BONDAD.
-¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?
-No, por el contrario… entonces deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.
-Aun así podría querer escucharlo porque queda un filtro, el de la UTILIDAD.
-¿Me serviría de algo saber lo que me vas a decir de mi amigo?
-No, la verdad es que no…
-Bien concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es VERDAD,ni BUENO, ni ÚTIL, ¿Para qué quiero saberlo?
Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre algunos de tus amigos cercanos y queridos...
Quisiera compartir una reflexión con todos los miembros del foro.
ACEPTAR, es la palabra clave para poder vencer a nuestros miedos virtuales, esos miedos creados por nuestro mente que se activan sin que exista un peligro o amenaza real.
ACEPTAR requiere un cierto grado de madurez que se obtiene poco a poco, a medida que decidimos trabajar con nosotros mismos, buscar en nuestro interior, conocernos y reconocernos en nuestros errores y aciertos, virtudes y defectos...
Ser cada día más consciente de uno mismo conectando con mi mente, mis emociones y las reacciones de mi cuerpo es la única manera que conozco de prevenir la infelicidad y curarla, de vivir bien con uno mismo y en armonía positiva con el entorno.
Hay personas que no saben lo que sienten (bloqueo emocional). Estás personas han perdido la vitalidad y la capacidad de amar. Son como robots programados por los condicionamientos familiares y los patrones culturales y educacionales. Son las personas que deben ser. Son aquello que les enseñaron a ser. Hay otras personas que no saben lo que piensan (bloqueo mental). Estas personas son fácilmente manipulables, títeres en manos de sus sentimientos o de los sentimientos de otras personas. Es muy difícil saber lo que realmente piensan ya que adaptan su discurso y su pensamiento al mensaje del interlocutor, como un guante de látex se adapta al tamaño de cada mano. Hay otras personas que no saben leer los mensajes de su cuerpo, o directamente no los sienten (bloqueo corporal). Viven como si su cuerpo no les perteneciera, como si fuera algo muerto o profundamente dormido, separado de nuestro yo. Éstas son las consecuencias individuales de vivir dominado por nuestros miedos.
Sin embargo, en el cuerpo se encuentra la verdad en estado puro y la llave para abrir esas “puertas vitales bloqueadas”. Cuando nuestro cuerpo reacciona, debemos estar atentos, para saber lo que realmente nos pasa por dentro. El cuerpo no nos dirá qué tenemos que hacer para superar un problema, pero si nos informará de como nos sentimos al lado de una persona o frente a una situación vital. Esta información es crucial para tomar decisiones. No escuchar a la verdad que se revela en cada poro de nuestra piel es un error que podemos pagar muy caro. Ir en contra de lo que nuestro cuerpo nos señala es como caminar de espaldas por una gran avenida de una gran ciudad, en hora punta. El equilibro está en conectar a nuestro cuerpo, con nuestro corazón y con nuestra cabeza. Somos un todo armónico y coherente o no somos nadie, o mejor dicho, seremos un títere en manos de nuestros miedos.
Cuando aceptamos las cosas tal y como son, aceptamos lo que pensamos, sentimos y necesitamos, el cuerpo se relaja, la tensión desaparece, el dolor disminuye hasta diluirse en el tiempo. Volvemos a conectar con nuestras emociones, con nuestra esencia, con nuestro yo auténtico, con nuestra creatividad y talento. Todo fluye de nuevo, todo vuelve a ser como siempre tuvo que ser. Somos felices porque simplemente somos y no tenemos miedo de vivir lo que nos toque vivir. Sentimos que cada experiencia es necesaria, cada momento un paso más en nuestro desarrollo personal, por lo que no hay nada que temer.
ACEPTAR ES VIVIR SIN MIEDO, Y PARADÓJICAMENTE, LA MEJOR MANERA DE CAMBIAR ALGO EN NUESTRA VIDA.
Capítulo XIV: La verdad nos hace libres. ("Sin miedo a la verdad" de Julián Jorge)
Pág. 147: Tú, (y sólo tú), eres el responsable de tu vida.
Una historia francamente buena:
Murió la persona que impedía tu crecimiento.
Un día, cuando los empleados llegaron a trabajar, encontraron en la recepción un enorme letrero en el que estaba escrito: "Ayer falleció la persona que impedía el crecimiento de Usted en esta empresa. Está usted invitado al velorio."
Al comienzo, todos se entristecieron por la muerte de uno de sus compañeros, pero después comenzaron a sentir curiosidad por saber quién era el que estaba impidiendo el crecimiento de sus compañeros y la empresa.
La agitación era tan grande que fue necesario llamar a los de seguridad para organizar la fila en el velorio. Conforme las personas iban acercándose al ataúd, la excitación aumentaba: Quién será que estaba impidiendo mi progreso?
Uno a uno, los empleados agitados se aproximaban al ataúd, miraban al difunto y tragaban seco. Se quedaban unos minutos en el más absoluto silencio, como si les hubieran tocado lo más profundo del alma. Pues bien, en el fondo del ataúd había un espejo, ... cada uno se veía a si mismo.... con el siguiente letrero:
Solo existe una persona capaz de limitar tu crecimiento: TU MISMO!
Tú eres la única persona que puede hacer una revolución en tu vida.
Tu eres la única persona que puede perjudicar tu vida, y tu eres la única persona que se puede ayudar a si mismo.
TU VIDA NO CAMBIA CUANDO CAMBIA TU JEFE, CUANDO TUS AMIGOS CAMBIAN, CUANDO TUS PADRES CAMBIAN, CUANDO TU PAREJA CAMBIA. TU VIDA CAMBIA, CUANDO TU CAMBIAS, ERES EL ÚNICO RESPONSABLE POR ELLA. EXAMINATE... Y NO TE DEJES VENCER.
El mundo es como un espejo que devuelve a cada persona el reflejo de sus propios pensamientos, emociones y acciones.
Fuente: autor desconocido.
Cuatro fórmulas inspiradas en los libros "Sin miedo al miedo" y "Sin miedo a la verdad" de Julián Jorge.
Antecedente de las fórmulas
<<Ecuación de la Teoría de la Relatividad de Einstein: E=MC2
Energía(E) es igual a la masa(M) por la velocidad de la luz(C) al cuadrado. Nos dice que la materia (masa) y la energía son la misma cosa, pero en manifestaciones diferentes.
Fórmulas
<<Fórmulas del Miedo, de Rafa inspiradas en Julián:
1. Enfermedad: E=MC2
La enfermedad(E) es igual al miedo(M) contenido(C) al cuadrado (exceso de miedo mantenido en el tiempo).
La contención de miedo acumulado supone una contención de energía tan poderosa como la atómica, que puede servir para un mal fin; destruir personas con la bomba atómica, crear una Enfermedad.
2. Prudencia: P=MC
La prudencia(P) es igual al miedo(M) contenido(C) óptimo.
No está al cuadrado porque no hay un exceso de miedo, es un miedo óptimo, necesario para vivir.
3. Salud: S=MC2
La salud(S) es igual al miedo(M) comprendido(C) al cuadrado (porque hay varios miedos).
Para comprender el miedo antes hay que aceptarlo y verlo como dice Julián.
Dicho de otra forma: S=L(MC2)
La salud(S) es igual a la liberación(L) de miedo contenido al cuadrado(MC2).
La liberación de miedo acumulado supone una liberación de energía tan poderosa como la atómica o la dinamita, que puede servir para un buen fin; dinamitar para crear el túnel del Garraf, crear Salud.
4. Miedo: M=f(V,L,A)
El miedo(M) depende, está en función(f) de tres variables: la verdad(V), la libertad(L) y el amor(A).
Enfermedad, Prudencia, Salud, Miedo, Verdad, Libertad y Amor tienen una cosa en común: son energías y están conectadas.
Atención: estas cuatro fórmulas no tienen copyright, permito su reproducción sin mi autorización, citar mi nombre es opcional.
EL ORIGEN DEL MIEDO
¿Cuál es el origen de nuestros miedos? ¿De dónde nos vienen los miedos que tanto nos hacen sufrir hoy en día?
El origen del miedo es un asunto crucial para la curación de los mismos. En mi abordaje terapéutico, encontrar la raíz, el origen de nuestros miedos, resulta fundamental, un elemento clave. Una vez encontrado el origen de nuestros peores miedos, podemos desactivarlos con gran facilidad. Lo difícil y al mismo tiempo apasionante, es realizar correctamente ese viaje al pasado en busca de aquellas vivencias que nos marcaron, que dejaron huella, que prepararon el terreno para que el miedo se instalará en nuestro interior y pasara a ser el dueño y señor de nuestra vida. Ese viaje sólo es posible si tomamos la decisión firme de vencer al miedo, cueste lo que cueste y estamos receptivos, en disposición de buscar la verdad, sea la que sea.
En mi trabajo con el miedo he descubierto que la mayoría de mis pacientes sufren por culpa de sus miedos, miedos que han padecido casi siempre en silencio a lo largo de sus vidas.
El origen de nuestros miedos presentes se encuentra en experiencias pasadas. Experiencias vividas con las personas importantes de nuestra vida, en la mayoría de ocasiones nuestros padres o cuidadores, nuestras figuras de apego.
Me refiero a experiencias dolorosas y en algunos casos traumáticas que suelen tener su origen en la infancia:
EXPERIENCIAS DE ABUSO = ”Me sentí maltratado”.
EXPERIENCIAS DE ABANDONO = “Me sentí descuidado o ignorado”.
EXPERIENCIAS DE RECHAZO = “Me sentí despreciado o desvalorizado”.
EXPERIENCIAS DE FRACASO = “Me sentí decepcionado conmigo mismo”.
Comprender el origen o punto inicial de mis miedos actuales es tan necesario como doloroso, pero experimentar ese dolor, aceptarlo y comprender como hemos organizado nuestra vida para no sentirlo nunca más, resulta tremendamente útil y terapéutico. Reconocer y aceptar el origen de nuestros miedos, es un paso importantísimo para liberarnos del miedo y desarrollar todo nuestro potencial humano.
JULIÁN JORGE RODRÍGUEZ
Vivimos en un mundo donde la verdad, la libertad y el amor no son los valores sociales que se promueven realmente, por más que nos llenemos la boca de esas palabras y las repitamos cientos de veces. Lo que le preocupa realmente a nuestra sociedad es producir gente que produzca, que aporte algo a la sociedad, que se porte bien y no cree muchos problemas, personas bien adaptadas y resignada a las normas de funcionamiento y patrones culturales dominantes.
El resultado: la desconexión vital, el vacío interior, el aburrimiento, la pérdida de confianza en uno mismo, los demás y el mundo, la desorientación existencial, la falta de sentido, la depresión, el estrés, la infelicidad.
Muchas personas no saben lo que sienten o tienen miedo de expresarlo, reprimen la verdad en su interior, y esa verdad se rebela porque quiere escapar de la prisión del miedo. Nos golpea, se enfada con nosotros, quiere salir, quiere escapar del encierro. Nos hace daño por dentro y nos seguirá haciendo daño hasta que no la dejemos salir, hasta que no la liberemos del miedo a la verdad.
El miedo a la verdad se cura con un cambio de actitud:
En lugar de juzgarme e intentar ser diferente o parecer mejor de lo que soy...
Miro de observarme momento a momento:
·¿Qué estoy pensando ahora mismo?
·¿Cómo me siento en estos momentos?
·¿Cómo reacciona mi cuerpo?
·¿Qué impulso está apareciendo ahora mismo?
·¿De qué manera el miedo intenta controlarme ahora?
·¿Qué decisión necesito tomar en estos momentos?
Quisiera compartir este artículo,
el final es genial.
Fuente: http://www.inteligenciaemocionalysocial.com/244/uncategorized/tengo-miedo
“Valiente no es aquel que no teme. Valiente es quien teme y se atreve.”
Somos muchos, muchísimos, los que tenemos miedo o los que hemos vivido de su mano durante algún tramo de nuestra vida, y no me refiero al miedo más fóbico, sino al más cotidiano, al más “común”. Es evidente –y así lo ejemplifica la historia– que la sociedad occidental –la nuestra– ha sido educada para convivir con él como lo ha hecho con otros “males menores” como el tabaco, con el que hemos aprendido a mantener una relación de dependencia social –además de física–. Es decir, por un lado lo vendemos y nos nutrimos de los impuestos que aporta a nuestros gobiernos y por otro le hacemos la guerra por pernicioso y letal. Y es que el miedo es así: social y físico, global e individual. Como el tabaco, se fomenta y se estigmatiza, y como el tabaco, se aspira activa o pasivamente. Ambos comparten asimismo efectos y síntomas: ennegrecen, paralizan, atacan el sistema inmunitario, desestabilizan… Pero no es este el momento de hablar del tabaco ni de las adicciones “permitidas”, sino del miedo y de sus cómos, esas preguntas que tanto necesitamos ver respondidas para poder empezar a reaccionar, para actuar.
Porque, ¿qué es el miedo?
El miedo es lo contrario del amor (una definición menos occidentalista probablemente formularía un axioma como el siguiente: “El miedo es la otra cara del amor”).
“Sí, muy bien”, quizá pensarás. “Eso ya lo he oído muchas veces, pero no deja de ser una definición demasiado intangible, demasiado alejada de lo cotidiano.” Es cierto. La pregunta quizá debería ser otra –más fácil, más manejable–. Qué tal esta: ¿“cómo identifico al miedo? ¿Cómo lo reconozco para poder actuar sobre él”?
Muy sencillo: el miedo casi siempre paraliza. El amor activa.
Ahora demos un paso más. ¿Cómo se lucha contra el miedo?
Aceptándolo. Sin juzgarlo. Sin juzgarnos. Tener miedo no es ni malo ni bueno. No tenemos derecho a castigarnos por ello. Al contrario: aunque pueda parecer paradójico, el temor es simplemente un principio, una oportunidad de cambiar algo que la emoción rechaza y abraza a la vez por conocido, por adictivo. Sin embargo, deja de ser una oportunidad de cambio cuando el intelecto –lo aprendido– alza la voz y nos condena: “Tener miedo te convierte en cobarde”. No es cierto. Tener miedo nos enfrenta a la posibilidad de decidir, de proyectarnos, aunque sea durante un fugaz instante, en el futuro. La mente se equivoca: cobarde no es quien teme, sino quien ni siquiera se atreve a sentirse temeroso. Cobarde es quien vive esquivando el miedo porque donde no conoce tampoco el amor que lo libera. Cobarde es quien no siente, quien no cuenta con la emoción para llegar a ser quien realmente desea ser.
Desde aquí quiero hacer un llamamiento a todos los que estáis ahí fuera, leyendo estas líneas, y animaros a que cuando os reconozcáis asustados –asustados en lo cotidiano, en lo automático, en esas pautas aprendidas que paralizan– lo hagáis desde la emoción, sin juicios. Quiero que os acerquéis al espejo más cercano y os miréis tranquilamente a los ojos y, sin vergüenza y sin castigo, empecéis por el principio de los principios y os atreváis a oíros decir: “Sí, tengo miedo”. Repetidlo cuantas veces podáis y seguid haciéndolo hasta que poco a poco, tardéis lo que tardéis, cambiéis la afirmación por esta otra: “Sí, siento miedo”.
Que se haga entonces el silencio. Miraos bien. Solo siente miedo quien tiene la posibilidad de no sentirlo, quien puede elegir, aunque quizá no sea aun consciente de ello.
Solo siente miedo quien no es el miedo.
"¿Qué somos pues,
si no somos miedo?
La otra cara de la emoción.
Amor. Amor asustado, sí.
Pero amor,al fin y al cabo.
No debiéramos olvidarlo.
Es un buen principio".
Hola!
Os he enviado un SMS (Sin Miedo a Ser): Sin Miedo a Ser … sincero, libre, amoroso y valiente.
;-)
La confianza es un acto de fe en uno mismo, en el prójimo y en la propia vida. Quien tiene confianza en si mismo es capaz de superar cualquier obstáculo, cualquier dificultad que se encuentre en el camino. La confianza es algo con lo que venimos al mundo. No tenemos más remedio que confiar en que seremos atendidos y cuidados, cuando somos invitados a abandonar la placenta materna y cortar el cordón umbilical que nos conectaba con la vida. Esperamos que habrá alguien allí fuera que nos acogerá en sus brazos cálidos y fornidos, nos dará mimos cuando lo necesitemos, nos abrigará cuando tengamos frío y nos dará de comer cuando tengamos hambre. Si eso no sucede en los primeros años de vida perdemos esa confianza natural en los demás y en la vida. Hay muchas personas a las que les cuesta confiar, no se fían de nadie y es porque en algún momento de sus vidas confiaron en alguien que les falló, que no supo atender adecuadamente sus necesidades. Esta experiencia, en muchos casos traumática, genera una actitud de desconfianza crónica, la imposibilidad de confiar plenamente en alguien. Esta actitud es tan destructiva y peligrosa como la contraria, fiarse de todo el mundo.
La confianza no debe ser un acto de fe ciega, pero si es la mejor actitud con la que nos podemos enfrentar a la vida. Si confiamos en que todo lo que vivimos, por más amargo y duro que nos resulte, es necesario y útil, una experiencia más que nos enseña a vivir mejor, afrontamos la vida con animosidad y vitalidad, con positividad. Si confiamos en los demás (hasta que nos demuestren lo contrario) generamos confianza, favorecemos un clima relacional basado en la seguridad y en el amor, en la cooperación y en la generosidad mutua. Cuando en una relación hay confianza todo fluye sin esfuerzo y lo que compartimos juntos, nos enriquece a ambos. En cambio, cuando la confianza se rompe, se destruye la relación y todo lo que habíamos construido se derrumba, como si, al fallar los cimientos, el edificio ya no pudiera sostenerse y sostener a las personas que hasta entonces vivían en él. Algo parecido ocurrió en el año 2001 con la Torres Gemelas de Nueva York. No sólo se perdieron muchas vidas inocentes con aquel atentado, sino que perdimos la inocencia colectiva y la sensación de seguridad y confianza a nivel mundial.
Cuando se pierde la confianza resulta difícil recuperarla. La confianza se pierde cuando el miedo nos vence, y cuando eso ocurre, caemos a la mentira y el engaño, nos volvemos más egocéntricos que nunca, sólo pensamos en nuestras necesidades y olvidamos o dejamos en un segundo plano la de los demás, nos aislamos, nos encerramos en nuestro dolor, en nuestras inagotables razones, razonablemente expresadas para intentar justificar lo injustificable, en nuestros deseos convertidos en necesidades que los demás deben satisfacer. Dejamos de ser coherentes, valientes, honestos, sinceros y generosos. No nos ponemos en la piel de nadie, pero esperamos, y hasta exigimos, comprensión por parte de todos. Somos terriblemente injustos porque pedimos a los demás lo que no estamos dispuestos a darles.
Si perdemos la confianza estamos perdidos. No hay nada que hacer si dejamos de confiar los unos en los otros. Las relaciones se mueren cuando la confianza desaparece y la confianza desaparece cuando la mentira se alía con el miedo para conseguir que no afrontemos las cosas tal y como son. La mentira es una manera de huir de las verdades que tememos, un atajo que puede parecer el camino más corto y fácil para superar un obstáculo, pero que pronto nos conduce a un callejón sin salida, a un camino cortado que nos empuja, inexorablemente, hacia un abismo profundo, hacia el suicidio relacional, un suicidio, desgraciadamente, demasiado cotidiano. La confianza es algo que se gana con dificultad y que se pierde con facilidad para, en ocasiones, no recuperarla jamás. No permitas que tus miedos te hagan perder la confianza en ti mismo, en los demás y en el mundo, porque si pierdes la confianza estarás siempre perdido.
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